Una vez más, Ana Ozores,
la Regenta, es la protagonista de nuestra velada. En una ciudad de
provincias, Vetusta, vive la protagonista, de familia noble venida a
menos, casada con Don Víctor Quintanar, regente de la Audiencia, del
cual le venía el nombre, la Regenta. Ana se casó con Don Víctor en
un matrimonio de conveniencia. Bastante más joven que su marido, al
que le une más un sentimiento de amistad y agradecimiento que de
amor conyugal, su vida transcurre entre la soledad y el aburrimiento.
Es una mujer retraída, frustrada por no ser madre y que anhela algo
mejor y desconocido, algo que su cuerpo intuye, desea, y espera con
impaciencia. En esta situación, la religión es la única válvula
de escape dentro de la ciudad. Conoce a Don Fermín de Pas, Magistral
de la catedral, el cual se convierte en su confesor. Ana siente una
gran atracción y admiración por él. Pero la religión no le basta.
Conoce a Don Álvaro Mesía, el Don Juan de Vetusta, enamorado de
la Regenta. Ésta, desde que lo conoce ya no se siente tan triste, lo
que pone celoso al Magistral. Ana y Álvaro se hacen amantes. Se crea
así el eterno triángulo, en el que precisamente el marido no cuenta
para nada, aunque será un arma en manos del Magistral para vengarse
de don Álvaro y de Ana.
El erotismo en esta obra
no es explícito, sino encriptado en las palabras, en los gestos, en
los movimientos de los protagonistas, como una segunda piel que cubre
la desnudez del deseo, que la disfraza, sin que la máscara oculte
por completo lo que la verdad esconde, convirtiendo actos rutinarios, como desayunar, o comulgar, en un canto sensual.
1 comentario:
No se sabe lo que se tiene hasta que se pierde, y ahora que lo recuperamos me doy cuenta de cuanto hechaba de menos estos comentarios.
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