Lo
primero, reconocer que la pasión que Rosario demuestra por la
cerámica, es contagiosa. Con ella hemos regresado al principio de
nuestra historia, al descubrimiento del fuego y, a través de él, de
la cerámica, de esa transformación, probablemente fortuita, del
fango en algo más duradero, como increíble magia puesta al servicio
del ser humano, y transformado, de algo solamente práctico, en algo
bello y decorativo, sin más función,¡hay es nada! que alegrarnos
la vida.
La
cerámica primitiva estaba elaborada por mujeres: la mujer cogía el
barro, le daba forma, le daba el aliento divino del fuego, y lo
transformaba a su antojo, o a su imagen y semejanza... ¿os suena de
algo?
Bien,
después de este recorrido por la historia de la cerámica, el
próximo día vamos a lo que de verdad nos gusta, a poner las manos
en la masa y convertir ese fango en... no sé, ya se verá, pero la
intención es crear una piedra, para posteriormente, al reunirlas,
formar un camino, el camino de los sueños, de los deseos, porque una
piedra no hace muro, ni camino, pero todas juntas, son los pilares de
la tierra.
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