jueves, 6 de mayo de 2010

GITANOS, HIJOS DEL VIENTO
Nazanín Amirian (Público, 2 de mayo de 2010)
Nací en la miseria, entre los campos,
a orillas del Beli Vit, bajo sauces llorones,
donde la angustia perfora los corazones
y el hambre pesa en el saco de harina.
Poema gitano
Una vez más, esta en Badalona y por un puñado de votos, un brazo derecho alzado señala el rostro del nuevo enemigo: los gitanos rumanos.No hay nada original en apuntar contra este pueblo, el más numeroso de los Sin Estado. Al puro estilo del Apartheid, años atrás la Comunidad de Madrid apartó, en un barrio obrero, a los niños gitanos de los niños payos, llevándose a los primeros, además, a un colegio más deteriorado.Aún no se sabe dónde ni cuándo saltó la primera chispa que les movió a emprender una huida que dura siglos, pero este enigmático pueblo, que ha hecho de la libertad su bandera y del nomadismo una original estrategia para protegerse, pasó por tierras indo-persas donde les llamaron caboli o couli, y a su lengua calé, por creer que procedían de Kabul. Animaban los festejos populares con su alegría contagiosa, sorprendiendo a los espectadores, que exclamaban: ¡Mirad a sus mujeres, cómo bailan sin pudor y sin velo! Y siempre al calor de su inseparable hoguera, vestigio quizá de su ancestral culto al Sol.Cuando llegaron al Norte, esta misma exhibición desinhibida de su diferencia sirvió de argumento para iniciar la “caza de gitanos”: esclavizados en un país, expulsados de otro. Incluso en Bélgica llegaron a ser condenados a muerte.Cerca de un millón fueron exterminados en campos de concentración nazis, y miles de mujeres esterilizadas. Aún no hay ni un monumento por su genocidio, ni una película de su activa participación en la resistencia antifascista. Ni siquiera el antiziganismo es delito. Tras el disfraz de la integración, las políticas asimilacionistas pretenden eliminar sus rasgos diferenciales: “Un gitano es bueno si se parece a un payo”. La idea política de “un Estado, una nación” ensalza la homogeneidad como algo positivo, ignorando, además, su coste humano.
Nací, y mi madre moría.
El viejo padre me lavó en el río:
por eso es fuerte mi cuerpo
e impetuosa la sangre que me corre dentro.

No hay comentarios: