El rudo anglicismo es bookcrossing, aunque muchos en España lo llaman liberar libros o pasalibros. En castellano o en inglés, el concepto es el mismo: dejar un libro en cualquier rincón de la ciudad para que alguien pueda leerlo y, cuando acabe, vuelva a ponerlo en circulación. Y así indefinidamente, hasta que el libro aguante. La práctica nació en Estados Unidos en 2001 y se ha extendido poco a poco por todo el mundo. El Ayuntamiento de Madrid se ha unido ahora con una propuesta de calado: liberar 30.000 libros por la ciudad.
El País, 15 de noviembre de 2010.
1 comentario:
Cualquier momento del día es igual de válido, nos desplazamos entre la jungla urbana, y buscamos, nos han dicho que existe, que no es un mito, aunque sí una especie en peligro de extinción, una especie que parecía que sólo se podía ver en lugares determinados, cerrados, oscuros, a veces muertos, pero que, según nos han asegurado, existe en libertad, gracias sobre todo a un grupo de personas que están ayudando a esta supervivencia, que están intentando que se readapten a la sociedad.
No es la primera expedición, y ya estamos acostumbrados al fracaso, tanto, que cuando nuestros ojos por fin encuentran un ejemplar, dudamos, ¿es cierto lo que vemos? ¿no será un espejismo? Nos acercamos con cautela, temiendo alguna trampa, alguna burla que alguien nos prepare, pero no, allí está, pequeño, cálido, esperándonos, y cuando alargamos nuestras manos temblorosas para sujetar su celuloso cuerpo, no se nos resiste, se abre tiernamente, y nos deja oír ese sonido único de las páginas al pasar, y podemos oler ese aroma único que ningún libro cibernético nos puede ofrecer.
Sí, el libro de papel, y el movimiento bookcrossing, nacido con la idea de "liberar libros en la jungla" para que sean encontrados por otras personas, la identificación nos verifica que no está abandonado, ni perdido, sino esperándonos, de forma completamente gratuita, altruista, y el placer de la conquista nos anima a convertirnos en nuevos beceros, como son conocidos los miembros de este movimiento... ¿quién se anima a ser un nuevo becero?
M.J.
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